“España necesitará una población científicamente alfabetizada cuando acabe la crisis”

El matemático John Allen Paulos lleva muchos años luchando contra el anumerismo, una especie de analfabetismo de las cifras que deja a merced de los charlatanes y los poderosos a quienes no saben interpretar los datos. Las sociedades modernas hicieron mucho por hacer más libres a sus ciudadanos cuando erradicaron el analfabetismo (Daniel Mediavilla.  www.esmateria.com )

Sin embargo, hay una laguna que aún deja a las personas a merced de las manipulaciones de los poderosos o los charlatanes. Se trata del anumerismo, la incapacidad para interpretar el verdadero significado de los números y su influencia sobre nuestra vida.

John Allen Paulos, profesor de matemáticas en la Universidad Temple, Filadelfia (EEUU), lleva muchos años tratando de combatir esa carencia. En libros como El hombre anumérico o Un matemático lee el periódico ha logrado transmitir de forma amena la indefensión en que nos encontramos sin una comprensión mínima de los números. En otras obras como Elogio de la irreligión ha tratado de desmontar por medio de la lógica creencias arraigadas que no resisten el escrutinio de la razón.

Por su esfuerzo para divulgar una ciencia que para mucha gente es tan abstrusa como las matemáticas, Allen Paulos ha recibido premios tan prestigiosos como el que otorga la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia por la promoción de la ciencia y la tecnología.

-¿Cree que una mejor formación en conceptos básicos de matemáticas entre la población y entre los políticos habría hecho que la crisis hubiese sido menos grave?

-Hay conceptos básicos en economía que no se están siguiendo. En una recesión hay una metáfora sobre lo que se debe hacer: tú no pisas el freno cuando estás subiendo una cuesta. Al revés, aceleras, gastas dinero. Una vez que has superado esa cuesta puedes tomar medidas de austeridad, empezar a pisar el freno. Pero si lo haces antes, te vas a atascar, y eso es lo que creo que le está pasando a España. Es cierto que no es el único conductor, porque está Alemania también, y esto es un poco simplista, pero creo que esa es una gran parte del problema. En todo esto la población también tiene influencia, pero sobre todo son los políticos. Entre ellos hay muchos que son muy serios y al mismo tiempo son muy ignorantes, y esa es una combinación peligrosa.

-En una situación como la que está viviendo ahora la gente en España, en la que salir adelante es lo primero, ¿cómo se puede convencer a la gente de la importancia de seguir invirtiendo en aspectos básicos de la educación como la enseñanza de las matemáticas?

-La educación no va a tener sus efectos el año que viene, pero es mucho mejor tener una mano de obra educada, especialmente si tenemos en cuenta la creciente complejidad de las economías modernas y de la ciencia moderna. Y las matemáticas no solo están detrás de la física, la química o las ingenierías, sino también detrás de la economía y prácticamente en cualquier campo. Como hemos hablado antes, para la recuperación es necesaria la inversión no sólo en aspectos como infraestructuras sino también en educación. Y luego, una vez que la economía se recupere, ya se podrá recortar. Aunque es una reacción natural la de agazaparse cuando las cosas están mal.

-Hablamos del analfabetismo matemático de la gente común o de los políticos, pero ¿qué me dice de los científicos? ¿Comparten ellos algo de ese analfabetismo?

-Depende del área, pero los médicos por ejemplo tienen con fecuencia una base muy pobre en matemáticas. Por ejemplo sobre la interpretación de las pruebas, los médicos son trístemente célebres por hacerlo de forma errónea. Los médicos, como mucha gente, utilizan los números como una decoración para las historias en lugar de para que les proporcionen información, así que no piensan que un número signifique demasiado. En el caso de la medicina, creo que hay muchos médicos que se beneficiarían de tener una base mejor en probabilidad y estadística.

Por ilustrar lo que comento, una vez mi mujer estaba en el médico porque se estaba planteando que se le realizase una pequeña operación. Estábamos hablando con el médico, ella estaba un poco nerviosa, y el médico le dijo que no se preocupase, porque el riesgo de que algo saliese mal era de uno entre un millón. Al poco rato, igual no habían pasado diez minutos, el médico dijo: “No te preocupes, es una operación segura en un 99%”. Y al rato estábamos saliendo por la puerta y dijo: “No te preocupes, normalmente sale muy bien”. Así que pasó de una entre un millón, al 99% a habitualmente, y sin reconocer en ningún momento el absurdo de estar cambiando sus estimaciones en órdenes de magnitud.

-¿Este problema se debe a que no se enseña bien en las universidades?

-En algunos ámbitos de la academia es común una cierta actitud desdeñosa hacia las matemáticas, en algunas facultades de humanidades. Hay mucha gente que estudia periodismo porque les gusta escribir, pero no les gustan las matemáticas. Y en una historia, hay varias preguntas, como ¿cómo?, ¿por qué? o ¿cuándo?, pero también se debería preguntar ¿cuánto?, ¿cuál es el porcentaje?, ¿se está incrementando o está descendiendo? Responder a todas esas preguntas es necesario para que se pueda entender bien una historia.

-¿Tiene algún ejemplo de cómo afecta esta falta de preocupación por las matemáticas entre los periodistas o en la política?

-Hay veces que se habla de que se van a gastar diez millones de dólares en una investigación o para algo que tenga que ver con el control de natalidad, que es un asunto candente, y la gente dice, ¡oh, es mucho dinero!, pero no dice nada si se han gastado trillones en una guerra.

La gente no tiene asimilada la diferencia entre millones, billones y trillones. Un millón de segundos son 11,5 días, y un billón (mil millones en castellano) son 32 años, y un trillón (un billón en castellano) son 32.000 años, pero como esas palabras riman, al menos en inglés, la gente dice, mira, 22 millones de dólares para este proyecto, es un despilfarro, cuando en términos del presupuesto de un Gobierno no es nada. Así que si no tienes una percepción de las magnitudes relativas de estos números es fácil manipular algunas emociones para fomentar algunas creencias. Por ejemplo, en EEUU la gente cree que gastamos una cantidad inmensa en ayuda exterior, como el 10% del presupuesto, y es menos del 1%.

-Con sus libros y sus conferencias se puede decir que usted está proclamando algo así como el evangelio de la razón. ¿Cree que ese evangelio es para todo el mundo?

-Hasta cierto punto sí. Por supuesto, no quiero que todo el mundo sea un matemático o un lógico, ¡un mundo así sería horrible!, y no creo que tengas que ser un cruzado por la llamada “cruzada de la razón”, pero tampoco creo que tengas que ser un cruzado del a sinrazón.

-En esta elección entre el pensamiento mágico o religioso y el pensamiento racionalista, llama la atención que muchas de las personas que podemos llamar exitosas, como muchos ministros de España o presidentes de países como EEUU o Venezuela, tienen continuamente a Dios y el pensamiento religioso en la boca. Y sin embargo, parecería que una persona que se enfrenta al mundo analizándolo con la razón, debería ser más exitoso, y muchas veces no es así. ¿Cómo explica esa aparente contradicción?

-Esas personas a las que se refiere tienen que ganar elecciones, y si la gente que te elige cree en X, Y y Z, no puedes decir que X, Y y Z son tonterías. Creo que por ejemplo Obama hace que cree en cosas que no cree y todos los políticos lo hacen. Además, el problema es que si te riges por la razón, la respuesta a gran parte de las preguntas económicas o sociopolíticas es no lo sé. Pero imagínate a un político al que preguntan por algo respondiendo no lo sé. Como decía Yeats, los mejores carecen de toda convicción, mientras los peores están llenos de apasionada intensidad.

-Es posible convencer a una persona que tiene unas fuertes creencias religiosas de que acepte planteamientos más basados en la observación de la realidad y en el racionalismo

-Es posible. No tienes que ser particularmente mordazo o sarcástico. Hay algunos libros como los de Christopher Hitchens o Richard Dawkins cuestionando la religión que lo son, pero mi libro sobre ese asunto (Elogio de la irreligión) trata simplemente de señalar los fallos en la lógica de la mayor parte de los argumentos religiosos. Porque muchas veces la gente no piensa mucho sobre esos temas, simplemente dice, mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo, creyeron, así que tiene que ser verdad, y hay veces que solo tienes que pinchar esa burbuja diciendo, bueno, quizá no tengas por qué creer eso, no tiene sentido, y algunas veces, no siempre, puede funcionar. Pero a veces te pueden pegar (risas).

-¿Cree que la forma de enfrentarse a las creencias religiosas de Dawkins y Hitchens, con tanto sarcasmo, puede ser contraproducente?

-Pueden hacer que la gente se ponga a la defensiva, mientras que si señalas simplemente el fallo en la lógica de un planteamiento, como el que no quiere la cosa, puede resultar más efectivo.

-España está pasando serias dificultades, y la ciencia está pasando dificultades también. ¿Qué le diría al presidente del Gobierno si tuviese que convencerle de la importancia de invertir ahora en ciencia, y en particular en una ciencia básica como las matemáticas, pese que los resultados no serán inmediatos?

-España como el resto del mundo, va a existir durante mucho tiempo, y no puedes pensar solo en hoy o mañana. Las cosas están mal, pero no permanecerán así siempre, y cuando las cosas mejores vas a necesitar científicos. Y no solo científicos, sino una población científicamente alfabetizada si quieres salir adelante en un mundo en el que la ciencia tiene cada vez más importancia.

 

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