«Mirar al continente es clave para saber de dónde vienen y cómo han evolucionado las especies insulares»

Carlos García-Verdugo es un nómada de la investigación. Por ello su hábitat natural, casi su hogar, es un laboratorio. Licenciado en Biología por la Universidad Complutense de Madrid, tuvo tres experiencias predoctorales en Londres (Gran Bretaña), Hawai y Georgia (Estados Unidos). Tras terminar su tesis en el año 2009, formó parte de un equipo de investigación en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. A los seis meses se le terminó el contrato, “y no sabía muy bien qué hacer. En la vida del investigador hay continuamente muchas incertidumbres”. Por ello siempre ha aplicado en su vida la materia sobre la que precisamente estudia, la evolución, adaptándose a donde ha llegado para seguir intentando ejercer su vocación. Hizo de nuevo las maletas hacia Estados Unidos financiado por una beca Fulbright, para realizar estancias de investigación en diferentes centros americanos, como el jardín botánico “Rancho Santa Ana”, la Universidad de Berkeley y la Universidad de Los Ángeles (UCLA), en California, donde labrándose su carrera investigadora.

Desde el año 2012 está adscrito al Departamento de Biología Molecular y Banco de ADN del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo, primero gracias a una colaboración con la Fundación Amurga, y posteriormente a una Beca Juan de la Cierva, financiada por el Ministerio de Economía y Competitividad y el Cabildo de Gran Canaria.

Especializado en estudios evolutivos en plantas de islas, combinando la Ecofisiología y la Genética Molecular, tiene a sus espaldas 20 publicaciones en revistas de impacto internacional, además de asistencias a congresos nacionales e internacionales de manera permanente. Además, es editor asociado de la revista “Botanical Journal of the Linnean Society”, ha revisado artículos para más de 30 revistas de impacto y es evaluador científico de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP).

“Algunos investigadores como yo tenemos la desgracia de haber tenido que estar continuamente pasando de un centro investigador a otro para poder seguir avanzando”. Aunque reconoce que este hecho también se puede definir como una “bendición”, al dotarte de unas experiencias y una visión que enriquece enormemente el trabajo.

Ha participado de manera destacada en el proyecto ENCLAVES (Estudio de los Vínculos Florísticos de Canarias con el Enclave Macaronésico Continental de Marruecos), impulsando incluso un vivero de plantas con fines de investigación en el propio Jardín Botánico Canario . En la siguiente entrevista para GreenTank nos cuenta sus impresiones sobre este proyecto y la investigación en general.

-Has tenido una experiencia vital investigadora intensa y amplia, ¿cómo ha influido eso en tu trabajo?
-Bueno, mi gran mentor, que fue un profesor de la universidad Complutense de Madrid, Luis Balaguer, me definía como un superviviente. Gracias a él descubrí la pasión por la investigación durante la carrera. Su apoyo fue el motor, la inspiración que me impulsó a adentrarme con intensidad en este universo. Ya antes de terminar mis estudios de licenciatura participaba en un grupo de trabajo sobre Ecología Vegetal. Era un equipo humano muy motivado y de prestigio, y aprendí mucho en ese entorno. Con Balaguer adquirí conocimientos sobre ecofisiología vegetal, que es una disciplina que analiza cómo las poblaciones cambian en su fisiología en respuesta a las condiciones del entorno; con otro investigador, Pablo Vargas, adquirí una base de Genética Molecular. Realmente creo que mis publicaciones más destacadas son las que adoptan esta segunda vertiente, siempre dentro de los estudios evolutivos en plantas de islas, pero ambas me interesan muchísimo.

He intentado combinar estas dos facetas para tener una visión más amplia de la investigación. No te puedes especializar en muchas disciplinas, la vida no da para tanto, pero combinar dos visiones te enriquece mucho, porque las hipótesis evolutivas se deben abordar desde distintas ópticas. Supongo que esto, unido a la cantidad de lugares donde he investigado, me ha permitido de algún modo abordar los trabajos con una visión multidisciplinar.

-Te doctoraste en el año 2009, ¿sobre qué versó tu tesis doctoral?

-Sobre el acebuche, que es el pariente silvestre del olivo. Venía de realizar una tesina con un enfoque muy ecológico: sobre cómo reaccionan fisiológicamente ante el daño los acebuches y olivos. Lo continué con mi tesis, centrándome en los acebuches de Canarias, Madeira y Marruecos, aunque usando una perspectiva de genética de poblaciones y ecofisiología. Fue una experiencia dura, pero me resultó apasionante. Al acabar la tesis se abrió un periodo de incertidumbre, que es la norma en la vida de los investigadores españoles. Ahora es incluso peor; con los recortes hay menos medios, y más competitividad, porque ya no sólo intentan acceder a las ayudas la gente formada en nuestro país, sino también investigadores de otras partes de Europa y del mundo. Después de más de una década dedicado a esto, es muy frustrante ver que el nivel de exigencia al que estamos sometidos para poder “vivir para la ciencia” es altísimo, y los recursos cada vez menores.

Afortunadamente en mi caso, con la tesis habíamos logrado publicaciones de impacto que nos valoraron muy positivamente, y al terminar en Madrid logré una beca Fulbright para ir al jardín botánico Rancho Santa Ana, en California.

-¿Cómo fue tu aterrizaje en Estados Unidos?
-Fue muy duro, porque la investigadora con la que iba a trabajar acababa de ser despedida justo unas semanas antes de llegar. Era el año 2010 y California soportaba una fuerte crisis; casi cada semana echaban a alguien en mi centro. Así que tuve que buscarme la vida porque no tenía supervisora ni proyecto. Conocí el centro investigador a fondo y comprobé que tenían una buena colección de plantas, así que me puse a trabajar con ellas. Contacté con mi mentor, Luis Balaguer. Yo era su hijo científico, así que me ayudó en lo que pudo: me asesoró e incluso me prestó unos sensores para tomar datos de campo en poblaciones de Hawai. Por fortuna, conseguí publicar algunos trabajos pese a las dificultades. Allí estuve un año para posteriormente pasar a la Universidad de Berkeley, gracias a que contacté con un investigador de prestigio en el campo de la biología evolutiva, Bruce Baldwin. Allí estuve 6 meses y posteriormente me trasladé a la Universidad de UCLA.

-¿Y cómo recalaste en Gran Canaria?
-Conocía al actual director del Jardín Botánico Canario, Juli Caujapé desde hacía tiempo. Entramos en contacto por nuestro trabajo sobre el acebuche en Canarias. Él ya tenía en proyección contar conmigo para su grupo, pero no conseguíamos encontrar la situación propicia. En el año 2012, gracias a un proyecto del Jardín, en colaboración con la Fundación Amurga, consiguió ofrecerme una oferta para un año y medio, como autónomo. Al acabarse obtuve la beca Juan de la Cierva, pero ésta termina ahora. Por motivos familiares, mi destino será seguramente algún grupo de investigación de la península.

Vine para trabajar en el departamento de Biología Molecular y Banco de ADN de este centro. Y aquí he intentado seguir con mis planteamientos de tesis, porque siempre mi referencia son los estudios evolutivos, la biología molecular, la genética de poblaciones… Pero sin olvidar la ecofisiología.

-Además creaste un vivero, con qué objetivo?
-Las dos aproximaciones que suelo aplicar en mis estudios implican tomar datos de laboratorio y de vivero. Ya es el cuarto vivero experimental en el que trabajo durante mi carrera investigadora. Por eso propuse crear un vivero para el departamento de biología molecular, al que he dedicado muchísimo tiempo. En este punto es de ley dar las gracias al gran apoyo del personal técnico del jardín, jardineros y capataces, que me ha ayudado a mantener en pie el experimento. Tenemos 500 y pico plantas que representan más de 30 poblaciones. Un vivero te puede aportar mucho, te permite estudiar de otra forma la naturaleza al minimizar el efecto de las condiciones externas. Lo deseable de un jardín botánico es que los departamentos no se cierren en banda, sino que se trabaje de forma transversal y coordinada. Yo recibí esta herencia de mi maestro, Luis Balaguer, y es lo que intento aplicar allí donde voy.

-Sobre el proyecto Enclaves (Vínculos florísticos entre Canarias y el entorno macaronésico de Marruecos) ¿en qué ha consistido tu trabajo?
-Debido a nuestra proximidad geográfica hay plantas que están muy relacionadas entre ambas regiones, y para indagar en la historia evolutiva que tenemos en Canarias es necesario estudiar a los parientes continentales. Canarias destaca por tener un número de endemismos altísimo, equiparable en algunos aspectos incluso al archipiélago de Hawai-, pero desgraciadamente poca gente ha tenido en cuenta al entorno próximo de Marruecos. Y esto es clave para saber de dónde vienen algunas especies y cómo han evolucionado. En mi época inicial de investigador ya visitamos algunas localidades de interés para nuestros estudios, como Agadir. Este fue un punto de convergencia con Juli, pues teníamos inquietudes y visiones comunes. Ahora hacemos estudios concretos de grupos representativos de plantas para generar información genética y ecológica. Otros departamentos de nuestro centro hacen estudios taxonómicos, por ejemplo Y para tener el conocimiento local que necesitamos, la participación de nuestros socios marroquís, Fouad Msanda (Universidad Ibn Zohr) y Chérif Harrouni (Instituto Agronómico y Veterinario Hassan II) ha sido fundamental.

-¿A qué conclusiones han llegado?
-El departamento de Biodiversidad y Banco de ADN ha llevado a cabo dos líneas de investigación paralelas: por un lado, estudios moleculares de diversidad genética, diferenciación y flujo génico, y por otro, análisis de expresión fenotípica.
Uno de los resultados del proyecto ha sido la recolección de unas 4,000 muestras vegetales representativas de diferentes poblaciones de una serie de especies seleccionadas. Del conjunto de muestras recolectadas, los estudios más avanzados (ya publicados en revistas especializadas o en proceso de publicación) se centran en el cornical (Periploca laevigata). Uno de los resultados más relevantes de estos estudios es que hemos podido someter a test una idea que está muy afianzada en el pensamiento científico, que considera que las poblaciones insulares deberían tener menos diversidad genética que las poblaciones continentales. Como la colonización de islas es un proceso estocástico y las poblaciones insulares suelen ser reducidas en tamaño, se aceptaba que las especies insulares contienen poca diversidad genética.

Esta idea tiene connotaciones de cara a la conservación, ya que baja diversidad genética se puede traducir en mayor riesgo de extinción que otras especies con mayores niveles de diversidad. Por medio de la comparación de niveles de diversidad genética entre las poblaciones de cornical del continente y las de las islas, llegamos a la conclusión de que las islas pueden tener incluso más diversidad genética que las continentales. Esto se explica por el hecho de que las islas, para ciertas especies, pueden ofrecer condiciones de estabilidad y amplitud de hábitat que redundan en una acumulación de diversidad genética. Analizando además otros estudios ya publicados, pudimos comprobar que esta tendencia es generalizada en otros archipiélagos, y no es exclusiva de nuestra especie de estudio.

Respecto a la segunda línea de investigación, nuestro trabajo también contempla análisis de rasgos morfológicos, funcionales y anatómicos.

Durante el desarrollo de ENCLAVES se han tomado datos de rasgos fenotípicos tanto en condiciones naturales de campo como en condiciones controladas de vivero. En el caso del cornical, un trabajo en proceso de revisión nos ha permitido matizar las hipótesis referentes a la evolución de la capacidad de dispersión de las plantas en islas. Hasta la fecha, la mayoría de estudios teóricos y empíricos apuntaban a que las especies insulares que se dispersan por viento suelen reducir considerablemente la capacidad de dispersión cuando colonizan ambientes insulares. La explicación que dan estos estudios es que la capacidad de dispersión implica un coste, y éste es muy alto cuando se habita una isla (espacio terrestre reducido rodeado de mar). En un principio, esto podría ser un fenómeno generalizado, ya que en varios grupos de animales, como los cormoranes en las Galápagos, los gansos en Hawai’i o varias especies de insectos, también se ha documentado la pérdida en la capacidad de vuelo en islas. Sin embargo, en el caso del cornical, nuestro estudio apunta que las poblaciones de las islas desarrollan capacidad de dispersión sensiblemente mayor que las del continente. Nuestra conclusión es que para algunas especies de plantas con gran potencial de colonización, las islas grandes pueden ofrecen territorios muy amplios en los que desarrollar una alta capacidad de dispersión es ventajoso.

-¿En tú opinión cómo se encuentra en Canarias y España la investigación en estos momentos?

-Fíjate que incluso estando en tiempos de campaña electoral, como recientemente ha ocurrido, absolutamente todos los partidos, -ya sea Podemos, PP, Ciudadanos, PSOE, etc…- se caracterizan por no explicar en sus debates y apariciones mediáticas cómo abordarán la política científica. No les interesa, y tampoco al electorado. Y eso es triste; habla muy mal de la cultura de nuestro país.

-Pero la sociedad parece que os ve bien. Públicamente un investigador suele estar bien visto
-Es la contradicción. En las encuestas, médicos e investigadores por ejemplo salimos muy bien valorados, pero es más una etiqueta que una realidad, porque queda muy bien socialmente. Pero a la hora de la verdad, la gente no ve por ejemplo programas televisivos sobre ciencia, las mayores audiencias las tienen la telebasura o los deportes. Y tampoco saben bien para qué sirve la investigación. Y claro, los políticos siguen esta línea, nos valoran solo de puertas para afuera. Luego los presupuestos para ciencia los incluyen conjuntamente con cualquier otra partida, como la militar por ejemplo; no son independientes. La realidad es que no se nos valora, ni a nosotros ni al resultado de nuestro esfuerzo. El político da a la gente lo que ésta demanda. Estar saturados de tantas cosas huecas contamina a la gente, que también se deja ir por lo que le ofrecen fácilmente. En este país falta cultura en general, y cultura científica, en particular.

-A diferencia de otros países donde has tenido experiencias investigadoras..
-Es que no hay más que ver algunos proyectos y sus cuantías, o las tremendas dificultades que tiene un equipo español competente para afianzar a sus componentes más jóvenes… Es verdad que se han mejorado las conexiones entre centros investigadores, la tecnología, la coordinación, la posibilidad de optar a buenos proyectos europeos… todo eso son factores que han ayudado significativamente al avance de la investigación española, pero pasa como las ayudas concretas a investigadores: muy pocas, insuficientes, y muy exigentes.

-Una vez en Madrid o en otro destino, ¿echarás de menos el Jardín?
-Echaré de menos muchas cosas, pero tengo la sensación de que ganaré en otras. Por ejemplo el nivel de investigación de este centro es bastante bajo. No digo en otros ámbitos, como a nivel de colecciones, banco de semillas o exposición. Ahí es un referente internacional. Pero en algo esencial como es la investigación, flojea mucho. No es algo que opine yo, sólo hay que ver los indicadores científicos, como la cantidad y calidad de publicaciones en revistas que se producen cada año, por ejemplo.

-Qué harías para solventarlo si de ti dependiera?
-Atraer talento. Si para entrar aquí el procedimiento es a través de una lista, y sólo el que entra en esa lista finalmente es contratado… pues así difícilmente podrás tener a gente buena. Si te limitan a escoger personal fijo por criterios que no son la calidad, el centro no tendrá calidad. Esto es de nuevo contradictorio, porque desde hace unos pocos años se intenta colgar la etiqueta de “Excelencia” a muchas instituciones académicas de nuestro país, cuando las medidas que se toman más bien nos alejan de ella.

 

 

 

 

7 Comments

  1. Este «Dr.» dice en su entrevista que el JBCVC debería atraer talento. Y que para entrar, el procedimiento es a través de una lista, y sólo el que entra en esa lista finalmente es contratado… Y que así difícilmente podrá tener a gente buena.

    Y le respondo, que en el JBCVC hay mucha calidad investigadora, educacional y humana.

    Y que no vengan «de fuera» a enseñarnos lo que tenemos que hacer los canarios.

    Ya nos conquistaron una vez. Y no más. Y si no están a gusto que se manden a mudar. Ya está bien.

    Gracias.

    • Estimado Sr. López,

      Gracias por sus comentarios. De ellos se desprende que el Jardín Botánico Canario cuenta con vehementes defensores. Ahora sólo falta que antes de dar rienda suelta a la vehemencia se aprenda a leer pausadamente, releer si es necesario, y, tras un poco de meditación, ponerse a escribir. Le invito encarecidamente a que vuelva a leer la entrevista publicada. Verá que en ningún momento se sugiere la falta de calidad educacional o humana de los miembros de la institución. Creo, por el contrario, que en mis comentarios se aprecia que a lo largo de mi periodo de investigación en este centro he tratado con gente muy válida. Mis opiniones hacen estricta referencia a lo que creo que estoy más capacitado para analizar: la calidad investigadora del centro. La prudencia es una virtud que conviene cultivar, y le convido a que así lo haga en sus próximas intervenciones, máxime si se trata de un medio escrito en el que puede quedar constancia de apreciaciones desafortunadas por largo tiempo.

      En cuanto a sus últimas declaraciones de marcado tinte xenófobo, sólo aclararle que en las islas oceánicas (como el archipiélago canario), TODO, a excepción de la roca que pisamos, viene “de fuera”, incluidos sus ascendientes (de Ud.). Los pensamientos e ideas no entienden de banderas ni límites geográficos arbitrarios. No tema a la crítica, venga de donde venga; tema a la ignorancia.

      Gracias,

      Carlos García-Verdugo – Doctor (en mi título oficial no figuran comillas) por la Universidad Complutense de Madrid

  2. ¿Quién es este chico que se proclama Dr e investigador?
    Lo pregunto porque nadie le conoce..para ser investigador ha empezado muy mal haciendo su trabajo, de ahí de que no caliente asiento en ningún centro, primeramente lea las publicaciones, sin son todas mejor, que existen sobre botánica canaria por más de 200 años..
    Por otro lado me hace sospechar que este chico busca alguna notoriedad con el afán de buscarse un hueco aunque a mi parecer deberia revisar su carácter..quizás ahí radique la razón de su no éxito y que sospechosamente ande dando tumbos de un centro a otro..

    • Estimado Sr. Martínez,

      Yo no me proclamo ni doctor ni investigador. El título de doctor lo concede una universidad como resultado de la superación exitosa de un duro proceso de investigación denominado, precisamente, “doctorado”. En cuanto a que me denominen “investigador”, es algo que se debe al título del contrato que me cobija, a mi vocación, y al resultado (demostrable) de aquello a lo que dedico el dinero del contribuyente.

      Es cierto que poca gente me conoce en el ámbito profesional. Si los investigadores apareciéramos en medios de la tirada del Marca o el Pronto (por citar dos ejemplo que posiblemente Ud. sí conozca bien), esto cambiaría. Ahora por lo menos hay medios en la web, como Green Tank, que difunden parte de lo que algunos investigadores hacemos. No obstante, y con el fin de mejorar su conocimiento sobre mí y mi labor, le invito a empezar leyendo esta publicación: García-Verdugo C, Sajeva M, La Mantia T, Harrouni C, Msanda F, Caujapé-Castells J. 2015. Do island plant populations really have lower genetic variation than mainland populations? Effects of selection and distribution range on genetic diversity estimates Molecular Ecology 24: 726-741. Si tiene dificultades para accede a ella, hágamelo saber y se la enviaré por correo. Asimismo, y si acepta mi invitación, estaré encanto en discutir con Ud. los conocimientos que he adquirido en botánica canaria a lo largo de los más de 10 años dedicados a este tema. Después de nuestra charla tendría información suficiente para valorar si he leído o no sobre el tema.

      Por último indicarle que es precisamente “calentar asiento” lo que algunos autodenominados investigadores hacen en muchas instituciones españolas dedicadas al conocimiento, y le aseguro que nada está más lejos de mi intención. Mi carácter, ése que a su juicio debería ser revisado, me impide contentarme con lo que otros aceptan, e incluso buscan, de buen grado. Y no se confunda: ese carácter, el mismo que exhiben otros muchos jóvenes investigadores españoles condenados a errar indefinidamente y otros investigadores senior con verdadera vocación, es un éxito. Ahora bien, entiendo que sea difícil de concebir por quien hace ya mucho tiempo sólo ha tenido que levantarse de la silla para cobrar a final de mes.

      Gracias,

      Carlos García-Verdugo – Doctor por la Universidad Complutense de Madrid

  3. Antes que nada quiero felicitar a GreenTank por la serie de entrevistas que ha ido publicando y que nos permiten conocer y divulgar detalles de investigaciones que se están realizando en Canarias tan interesantes y con resultados tan relevantes como los que se presentan en esta ocasión.

    Por otro lado, tanto en el año 2012 como actualmente, como responsable del laboratorio del Departamento de Biodiversidad Molecular y Banco de ADN del JBCVC he tenido la oportunidad de conocer a Carlos y compartir con él muchas horas de laboratorio, frente al ordenador analizando datos y también conversaciones a la hora del café, por lo que tengo que decirle al Sr. José Martínez que su comentario está totalmente fuera de lugar y que es inexacto, pues Carlos García-Verdugo no sólo es una persona muy válida, muy trabajadora y con muchas cualidades y conocimientos profesionales, sino que entre los investigadores que estudiamos la flora de sistemas insulares es muy conocido y valorado. De hecho, el que Carlos haya tenido la oportunidad de trabajar en tantos centros, nacionales e internacionales de prestigio, es un reflejo más de sus méritos y su valía como investigador.

    En lo único que discrepo de las respuestas de Carlos (y, también con el sistema actualmente establecido) es en su consideración de que un bajo número de publicaciones sea igual a un bajo nivel de investigación. Aunque coincido con él en que todo investigador debe hacer un esfuerzo en publicar los resultados de sus investigaciones (y haciendo autocrítica, es verdad que los investigadores del Jardín canario en general tenemos que tratar de publicar más), también opino que ése no debe ser el único criterio a tener en cuenta para evaluar la calidad científica de un investigador o centro. De hecho, el Jardín canario cuenta con un amplio y multidisciplinar conocimiento de la Flora Canaria fruto de la experiencia, el esfuerzo y dedicación de su personal. Y eso es algo que merece ser valorado junto al tiempo que se ha invertido en estudiar, recolectar y mantener esas colecciones que Carlos menciona en su entrevista, y que seguro le han servido para complementar sus estudios. Creo que en ocasiones el tener como objetivo principal cumplir con un número de publicaciones exigido para ser competitivos, ha llevado a que muchos equipos se hayan convertido en “fabricantes de papers” sin que éstos supongan grandes aportaciones ni a la ciencia ni a la sociedad, por no ser artículos innovadores en las técnicas utilizadas y/o hipótesis planteadas. Por tanto, no siempre publicar mucho, implica calidad científica, ni viceversa.

    El comentario de JuanMa, lo digo con todo mi respeto y cariño, me parece bastante desafortunado pues aunque sí que sería muy positivo para el Jardín canario que en el futuro pudiera captar mucho del talento de investigadores canarios que ahora mismo están trabajando fuera a un gran nivel, también considero que las puertas del Jardín canario deben estar abiertas a TODOS aquellos que puedan aportar conocimientos sobre nuestra singular flora. Yo también considero que el sistema de listas que ahora mismo tiene establecido el Cabildo no es el mejor para seleccionar personal-investigador y opino que merece una revisión para establecer un sistema alternativo que garantice la adecuación de los candidatos, por sus méritos y trayectoria profesional, para el puesto que van a ocupar.

    Sin duda el Jardín canario tiene aspectos mejorables pero también estoy convencida de que cuenta con muchos ingredientes a su favor para ser un centro referente por su calidad humana y profesional.

    Ruth Jaén Molina

    • Buenas noches:

      Quisera que no me confundieran con el señor que firma como Juan Manuel López.

      Muchas gracias.

      Saludos cordiales.

  4. En respuesta a las opiniones vertidas el dia 26 de julio de 2016 por el Sr. que firma como ‘Juan Manuel López’ deseo transmitirle a este ciudadano, desde mi condición de investigador en activo y actual director del Jardín Botánico Canario “Viera y Clavijo”-Unidad Asociada al CSIC, que sus opiniones me parecen sesgadas y poco objetivas, y que algunas expresiones que usa son desafortunadas, cuando menos.

    Aunque su texto me lleva a deducir que su labor profesional no está nada relacionada con la investigación (al menos tal y como esta actividad se concibe desde hace unas décadas), creo también que debe reflexionar y mostrar algo de respeto hacia la brillante trayectoria de un investigador como es el Dr. García-Verdugo, que trabaja codo con codo con otras personas brillantes en el Jardín que tengo el honor de dirigir.

    Sin entrar en detalles para no extenderme demasiado, la estrategia de captar talento sin cortapisas ha llevado al éxito a todas las instituciones de investigación puntera del mundo, desde el MIT, Harvard u Oxford hasta el CNRS, o nuestro CSIC.

    Descubrir el talento allá donde se halle, y poner los medios para atraerlo, es en mi opinión una de las misiones más importantes de quienes tenemos responsabilidades directivas en un centro de investigación. Por poner un caso reciente y distante, le podría describir los agrios lamentos que he escuchado recientemente de colegas de nacionalidad británica ante las amenazas que les plantea el «brexit», especialmente en cuanto les limita muchísimo la posibilidad de atracción de talento no británico en el futuro. Porque la ciencia, el talento y la biodiversidad no entienden de fronteras ni de banderas; siempre ha sido así y así debe seguir, o estaremos actuando contra natura, abocados al fracaso.

    Tengo la suerte de conocer a muchísimos investigadores jóvenes canarios que están liderando proyectos, publicando en revistas de elevadísimo impacto en el área de biodiversidad, y que dominan el idioma inglés, indispensable en investigación y esencial ya en todos los ámbitos de la vida. Sería muy buena noticia que algunos/as de ellos/as pudieran aspirar a trabajar permanentemente en el Jardín atendiendo a criterios de selección que valoraran estrictamente, sin limitaciones, sus capacidades y sus indicadores de investigación.

    Por supuesto, el talento no es exclusivo de los investigadores doctores que publican en revistas de elevado impacto internacional. Afortunadamente, en el Jardín trabajan personas con muchísimo talento, desde jardineros hasta técnicos y biólogos.

    Pero, Sr. López, le aseguro por propia experiencia que desarrollar un trabajo de investigación serio y en sintonía con las políticas científicas internacionales puede ser agotador y es siempre muy exigente; no está al alcance de cualquier persona con talento. Ante la gran limitación de recursos que padecemos especialmente los centros de investigación de nuestro país, la selección de este tipo de personal debería basarse exclusivamente en esa profunda desigualdad que llamamos excelencia, y que en ciencia se mide con indicadores objetivos de impacto. Y la aspiración a la excelencia es un duro e inacabable camino en el que siempre hay un amplio margen de mejora, incluso en los grandes templos de la investigación mundial.

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