La clave para la supervivencia de los endemismos grancanarios: el respeto del entorno

La doctora en Biología y responsable del departamento de especies amenazadas del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo-UA CISC, de la consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, Inmaculada Guillermes ha alertado de los problemas de la flora endémica canaria, en los que centra su trabajo para establecer planes de recuperación, control y repoblación de especies, en los que la clave es el respeto con el ecosistema, muy peculiar y limitado.En situación de peligro de extinción se encuentran, entre otras, la bencomia de Tirajana, el drago de Gran Canaria, la mosquera de Tirajana, cresta de gallo de Doramas, malfurado de manantial, hierbamuda de Jinámar, flor de mayo leñosa, salviablanca de Amagro, la retama peluda o la rejaldera de Doramas, marcadas como “especies con un riesgo de desaparición extremadamente alto en estado silvestre”, ha reseñado.

Uno de los factores sobre los que ha incidido Inmaculada Guillermes ha sido sobre la prevención y la concienciación, que es fundamental para la recuperación de las poblaciones vegetales amenazadas y la protección de los endemismos grancanarios.

“Entre los valores productivos de estas especies están los alimentos, medicina, productos industriales o el control de plagas” que son “recursos irremplazables e invalorables”.

“El hombre tiene un efecto devastador, no solo porque destruye zonas por las que pasa o porque está reduciendo los hábitats, sino porque no tiene en cuenta las características del entorno en el día a día”, ha destacado.

Esta falta de concienciación “es la causa de que se introduzcan especies invasoras, de vertebrados o invertebrados, que destruyen el entorno o acaban con un elemento clave en la dispersión de las semillas”, ha explicado, “así como especies invasoras vegetales, que por su rápida reproducción se convierten en una plaga que no permite a otras especies desarrollarse en un entorno”.

Este es el caso de la especie Pennisetum setaceum, “el conocido como Rabo de gato, una planta que se asilvestró en Canarias tras ser importada para uso ornamental”, ha recordado. La misma idea ha trasladado con la acción de los recolectores, “personas que recogen plantas o flores de su entorno natural por su atractivo, sin tener en cuenta que se trata de una especie amenazada y con una población pequeña y frágil”, ha explicado.

“Reconociendo que la flora y la fauna silvestre constituyen un patrimonio natural de un valor intrínseco, de tipo económico, cultural, científico y estético” es de una importancia crucial “preservar su valor para trasmitirlo a las generaciones futuras”, ha apostillado.

Tal y como ha advertido la experta en conservación vegetal, la biodiversidad de Canarias está “muy concentrada en un espacio reducido en relación al continente, ya que aglutina el 50% de la diversidad de endemismos nacionales”, caracterizados “por crecer en un área de distribución única y limitada”.

Según ha recalcado, estas características que hace peculiar al entorno son fundamentales para su supervivencia, por lo que protegerlas en su hábitat natural es “clave” para que sobrevivan. Es por ello por lo que muchas de las especies amenazadas “han quedado aisladas en reductos inaccesibles para el ser humano y los animales”, ha destacado.

“Un incendio puede hacer desaparecer una especie”, ha alertado, “como la población de la portillada, en Tejeda”, posiblemente arrasada en el pasado incendio de septiembre en la cumbre de Gran Canaria.
“Este tipo de casos son los que convierten a los bancos de semillas y los jardines botánicos en espacios fundamentales para la conservación”.

 

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