«La llave para abrir la puerta a los retos del futuro está en la memoria del pasado»

En el marco del Mes de la Ciencia del Jardín Botánico Canario «Viera y Clavijo»-UA CSIC, de la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, desde GreenTank conversamos con Eugenio Reyes, responsable del Banco del Saber Popular sobre la Flora Canaria. Reyes, -educador ambiental durante más de 20 años y Premio Canarias de Medio Ambiente- desvela las claves de su departamento, la importancia de conservar los saberes del pasado o el rigor científico en los tiempos actuales así como la concienciación social.

-¿Cuál es la importancia del mes de la ciencia?

-El Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo enmarca dentro de la semana a nivel de estrategia europea de divulgación de la ciencia esta iniciativa ampliándola a un mes, con el objetivo de estimular vocación para que tengamos futuros científicos. Cada vez es más importante la cuna de científicos en los retos globales, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, erosión de la calidad ambiental, entre otros. En el futuro el rigor científico va a ser aún más determinante para tener datos serios y objetivos y tomar decisiones saludables.

-¿Qué aporta a este objetivo el Banco de Saber?
-Es una línea de investigación novedosa en la que fue pionero el Jardín Canario. La idea es recoger toda la cultura y conocimiento asociado a la flora canaria para así conservar los usos, los manejos, y la cultura social. En el caso de Canarias es especialmente relevante por ser uno de los siete puntos calientes de la biodiversidad del planeta y con una riqueza de saberes importantísima. En Canarias la población asentada desde los aborígenes cuenta con una historia de aprovechamiento y uso de la flora, principalmente sostenible, y por tanto que pueden servir para el futuro. Técnicas de cómo repoblar, poda, usos de la flora, aprovechamientos en el usos medicinales, alimentarios, ganaderos, forrajeros, ornamentales, arquitectónicos, son solo algunos ejemplos de informaciones de interés que se deben conservar.

-¿Cuál es el papel del Banco del Saber de cara al futuro?
-Los teóricos hablan de que la llave para abrir la puerta de los retos del futuro está en la memoria del pasado. Posiblemente las cosas que han pasado exitosas y que han sabido mantenerse en el tiempo son la clave para las estrategias del futuro. Por eso hay que conservar saberes antiguos que han sobrevivido y han sido capaces de dar respuesta a desafíos, útiles como técnicas de repoblación, de reparto de semillas, o incluso la tradición canaria como las plantas forrajeras creadas para mejorar el ganado, y que son parte de estrategias interesantes para el futuro.

-¿Cómo llega el Banco del Saber del pasado al futuro y de las viejas a las nuevas generaciones?
-Es un viaje de ida y vuelta, porque los saberes están en la comunidad, y conviven con el conocimiento científico, pautado y reglado, pero de una forma más abierta y a veces difusa. Estos saberes hay que destilarlos con metodología científica. Gran Canaria es, por ejemplo, uno de los pocos territorios con trashumancia con sus manejos y sus usos para la prevención de incendios con la generación de pasillos, o el plantar ciertas unidades vegetales que hacen de cortafuegos o para derivar el fuego a los fondos de barranco… Son saberes que tienen miles de años.

-¿Cómo es la respuesta de las nuevas generaciones al Banco del Saber?
-Muy buena, es de las charlas más solicitadas y genera expectación, además del objetivo de generación colectiva de conocimiento. En algunos centros rurales los docentes y alumnos se han comprometido a colaborar en la recolección de saberes, entrevistas a sus mayores, y un proyecto de libro en blanco que pasa por las familias para aumentar la base del conocimiento. El impacto de esta iniciativa es positivo y, sobre todo, deja una huella para el futuro que es interesante.

-El Banco del Saber ¿sigue vivo?
-Por supuesto, a través de este proyecto de libro en blanco el Banco del Saber se convierte en una memoria colectiva a través de la técnica de investigación participativa. En ella, los investigadores e investigados son parte del proceso. De esta forma, todos los agentes que forman parte del sistema se empoderan, fomentado el relevo generacional, y también el poner en valor este conocimiento.

-¿Se ha descubierto mucho conocimiento popular a través de esta iniciativa?
-Por ejemplo estamos trabajando con proyectos concretos con varios centros internacionales para detectar plantas que controlan plagas, como la «ruda canaria». Se trata de una planta que es muy interesante y de la que ya hay productos aislados para tratar parásitos en el ganado. Entre los trabajos de interés para la salud humana también figura la “pamplina» para ayudar a la diabetes, o saberes tradicionales como los que rodean a la planta del «amor seco”, muy abundante en Canarias y del que ya hay estudios en Estados Unidos. La investigación que dio pie a la investigación en América nace de la tradición de La Gomera, donde esta planta se usa para tratar catarros, como uno de los mejores antibióticos naturales que existen y de los más potentes.

Lo mismo ha ocurrido con la zarza común, cuyo tallo bien limpio puede ingerirse y se estudiará como como nueva línea de investigación para ver hasta donde ese dato puede transformarse en un saber más riguroso. En las charlas que hemos ofrecido en El Palmar salieron más de 30 saberes nuevos. Seguimos aprendiendo y creciendo en este ámbito.

-El Jardín Canario es pionero en esta iniciativa, ¿de dónde parte?
-El Jardín Canario después de 60 años es un referente mundial y también local, con la participación de varias generaciones con una tasa de visitas que lo sitúa como el centro más visitado de Canarias. La función del Jardín Canario es muy relevante, también como avanzadilla científica, cultural, a nivel internacional pero también local.

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