En Canarias existe una biodiversidad “invisible”, porque está a nivel molecular, que necesitamos conocer, diferenciar y descubrir ya que en ella están las claves para nuestra supervivencia. “Tenemos que reflexionar, porque no podemos estar hablando de sostenibilidad cuando somos unas islas superpobladas, con más de 2 millones de habitantes, y un modelo económico basado en atraer cada año un número mayor de turistas”, señala la doctora en Ciencias Biológicas y científica del Jardín Canario «Viera y Clavijo» – Unidad Asociada de I+D+i al CSIC, Ruth Jaén.
Es el momento de cambiar el modelo actual por uno alternativo, en el que «el patrimonio natural sea el atractivo principal para un nuevo tipo de turismo de naturaleza, donde Canarias puede ser referente por su espectacular y singular biodiversidad, además de su riqueza de paisajes y costumbres», afirmó Jaen en las jornadas de divulgación científica “Orígenes, diversidad y conservación de la Flora Canaria”, organizadas por el Jardín Canario, en el año de su 70º aniversario, celebradas en la Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria.
“Existen en torno a 600 especies vegetales que son exclusivas de Canarias, y que deberíamos de poner en valor, en lugar de seguir construyendo y explotando el suelo, y mercantilizando nuestros recursos naturales como si fueran ilimitados”, considera la investigadora. “De esas 600 plantas endémicas en torno a 245 están en alguna de las listas de especies amenazadas, pero tan solo se han aprobado unos 13 planes de recuperación y de los que solo 2 siguen vigentes”, alerta. En su ponencia, la investigadora mencionó a la sección Canaria del género Lotus, que cuenta con tan solo tres especies que son exclusivas de Canarias y que están en una situación crítica. “Con ella, trato de concienciar a la ciudadanía y también a la clase política” porque “no podemos seguir siendo la comunidad autónoma a nivel nacional que tiene más especies en las listas rojas y catálogos de especies amenazadas”. Hay que “invertir más recursos” y poner en marcha urgentes acciones de conservación y restauración porque si no, “esta pérdida de biodiversidad- que también se está dando a nivel planetario- no la vamos a poder frenar a tiempo”.
Parafraseando a Edward. O. Wilson, Jaen considera que “si queremos evitar la pérdida de biodiversidad no basta solo con conocimiento científico y tecnología, sino que es necesario una sociedad educada”. Conocer la naturaleza que nos rodea y sus amenazas, para poner todos «nuestro grano de arena», es la única vía, porque como ha señalado “por muchos datos y horas de dedicación que invirtamos los científicos, no servirá de nada si la ciudadanía no se implica para proteger el patrimonio natural de Canarias, que es también de toda la humanidad”.
El trabajo de esta investigadora del Jardín Botánico Viera y Clavijo, Ruth Jaén, que coordina el departamento de Biodiversidad Molecular y banco de ADN, consiste en aplicar técnicas de biología molecular y los datos que se obtienen en el laboratorio, como herramientas “para ayudar a definir prioridades de conservación, tanto de especies como de los espacios en los que esas especies viven”. Pues es la variabilidad genética la que garantiza que las poblaciones y especies sobrevivan a largo plazo y, a su vez a través de técnicas moleculares como “Barcoding” y “Genética del paisaje”, se pueden localizar en qué zonas del territorio están los santuarios evolutivos donde se refugian los elementos más singulares, de la frágil y amenazada flora canaria.
Entre las investigaciones novedosas de su departamento destaca la que será próximamente publicada en una revista de impacto científico internacional. Se trata de un estudio a nivel poblacional de las ‘rudas’ canarias (género Ruta), que es un género que se distribuye en Gran Canaria, Tenerife, La Gomera y La Palma. “A nivel taxonómico, la diversidad que se había detectado es muchísimo menor que la diversidad que hemos detectado nosotros a nivel molecular” y, aunque todavía se necesita confirmar esto con más datos, “todo apunta a que realmente en las islas existen muchos más taxones de ‘rudas’ de los que están descritos hasta el momento”.
Con el proyecto NEXTGENDEM “estamos generando una serie de índices genéticos asociados a la flora endémica de Gran Canaria y también de la flora endémica de la isla de Santiago, en Cabo Verde” para poder “comparar los patrones que vamos detectando a nivel genético con otros patrones que pueden darse a nivel geográfico, climático o ecológico” para “superponer capas de información” y tener mayor conocimiento de cómo se ha generado la biodiversidad que existe actualmente en la islas y dónde hay que poner los esfuerzos para su conservación.
“Estamos en un contexto de crisis ecológica y crisis climática que no favorece la supervivencia de la biodiversidad. Las floras de archipiélagos oceánicos como Canarias y Cabo Verde son aún más vulnerables a estos cambios globales acelerados» y por ello, «son muy necesarios estudios como los que estamos llevando a cabo dentro del proyecto NEXTGENDEM para por ejemplo que en isla Santiago detectemos qué zonas son las de mayor riqueza evolutiva» y evitar que con la llegada del turismo se den los problemas de fragmentación de hábitat o de introducción de especies exóticas invasoras, entre otros, que padecemos ya en Gran Canaria como consecuencia de la presión turística, señala Ruth Jaén.
“La investigación en Canarias no solo puede ayudar a salvaguardar la flora de nuestras islas, sino servir de modelo para otros archipiélagos del planeta”, donde esta biodiversidad invisible también está bajo amenaza.