La pérdida y el deterioro de los hábitats es la principal causa de pérdida de biodiversidad del planeta, junto con la amenaza de las especies exóticas invasoras. Somos los responsables de ambas situaciones y, como tal, debemos hacer lo posible por proteger a nuestras especies, especialmente a las que se encuentran en peligro de desaparecer. Inmaculada Guillermes Vázquez trabaja junto a Isabel Saro Hernández en el departamento de Banco de Datos y Especies Amenazadas del Jardín Botánico Viera y Clavijo, donde realiza refuerzos en el medio natural con aquellas especies que requieren de un empujón para salir adelante. Doctora en Biología por la Universidad de A Coruña ha realizado estancias en distintas Universidades y Centros de Investigación nacionales y extranjeros, colaborado en diversos proyectos de investigación, e impartido clases prácticas en la Universidad.
–¿Cómo empezaste en el proyecto NEXTGENDEM?
-Este proyecto se inició gracias al doctor Juli Caujapé-Castells, director del Jardín Botánico Viera y Clavijo. Nosotros desde el departamento de Especies Amenazadas elegimos las especies que tenían algún tipo de categoría de amenaza y sobre las que serían interesantes realizar el estudio, tanto de la isla de Gran Canaria como de la isla Santiago en Cabo Verde.
–Perfecto. ¿Y cuál era tu función en los primeros estadios del proyecto?
-Lo primero que se hizo, además de escoger estas especies amenazadas para el proyecto NEXTGENDEM, fue establecer las poblaciones en las que se encontraban las especies, para posteriormente realizar los muestreos. De cada una de ellas hemos cogido todas las poblaciones en las que se conoce que existen esas especies, y con la ayuda de grupos de trabajo formado por personal especializado en recolecciones, tanto aquí en Gran Canaria como en Isla Santiago, en Cabo Verde, hemos recogido muestras de esas especies amenazadas, que posteriormente fueron depositadas tanto en el banco de ADN, como en el banco de semillas y en el herbario.
-¿Y bajo qué criterio seleccionaron a las plantas amenazadas que pasarían a formar parte del proyecto?
-El criterio de selección que hemos escogido para las plantas ha sido variado. En un principio buscamos especies con algún tipo de amenaza, categorías críticas, pero también buscamos las especies que tuvieran otras categorías, incluso especies vulnerables. De hecho, hay una de ellas que por la UICN no está catalogada como especie crítica en las islas, pero en Gran Canaria sí se encuentra en un estado de fuerte amenaza, que es el cedro de Gran Canaria (Juniperus cedrus ssp. cedrus).
Luego hay otras plantas que también nos interesaba estudiar, pero que son especies ampliamente distribuidas. Como es muy difícil o casi imposible abarcar la localización de cada una de ellas, lo que se ha decidido es escoger 30 localidades en donde se han realizado los muestreos.
–Muy bien. Y ahora, ¿en qué momento del proyecto se encuentran?
-La primera parte fue esa, se hicieron los muestreos y se recolectó todo ese material que se ha distribuido en los distintos laboratorios para la realización de los análisis o estudios correspondientes. Y ahora lo que se está haciendo es, desde las localizaciones de las especies, las capas de distribución, las capas geográficas, capas bióticas y abióticas de Gran Canaria, cruzando todas estas capas de información, se intenta ver qué tipos de variables predominan en la distribución de estas especies.
–Fuera del proyecto NEXTGENDEM, ¿qué otros proyectos realizan dentro del Jardín con la flora amenazada?
-Desde este departamento, el trabajo que se realiza es, entre otras múltiples cosas, mantener y actualizar la base de datos del Jardín, ya que ella contiene información importante de especies del archipiélago y de las especies presentes en el Jardín Botánico. Además, trabajamos con especies endémicas con problemas, aquellas amenazadas de extinción, intentando mejorar su estado, bien a través de reforzamientos en el medio natural o de otro tipo de acciones que les ayude a sobrevivir y recuperarse del estado en el que se encuentran. Es complicado porque hay unas leyes que no nos permiten realizar cualquier tipo de trabajo, ni cualquier tipo de acción, pero gracias a los planes de recuperación, aprobados para cada especie en concreto, sí podemos hacer esos reforzamientos o intentar que esas especies amenazadas sigan adelante, controlando sus amenazas, o analizando los problemas que tienen y que afectan a su supervivencia. Lo que tenemos en mente es evitar perder estas especies amenazadas y, en consecuencia, perder biodiversidad.
En los últimos planes de recuperación hemos trabajado con la salvia blanca de Doramas (Sideritis discolor), que es una planta de la zona de monteverde, y también con la cresta de gallo (Digitalis chalcantha), que las hemos llevado al medio natural realizando reforzamientos de las poblaciones existentes gracias también, a la participación de los gestores de los espacios naturales del Cabildo.
Ahora estamos trabajando con la salviablanca de Amagro (Sideritis amagroi), que tiene actualmente aprobado un Plan de Recuperación. Es una planta que solamente existe en la isla de Gran Canaria en una única población y con muy pocos ejemplares, unos 8 adultos según hemos podido contabilizar. Tenemos algunas plantas en el Jardín Botánico Viera y Clavijo y estamos intentando ver cómo funciona la especie fuera de su entorno natural. En muy poco tiempo empezaremos también a trabajar ya con Gonospermum oshanahanii, otro endemismo de la isla de Gran Canaria que habita en riscos bastante inaccesibles y que igual que la anterior tiene problemas en cuanto a su supervivencia.
-¿Cómo eligen las especies sobre las que se tiene que actuar? ¿Es el propio Cabildo Insular quien se pone en contacto con ustedes?
-Para recuperar las especies hay distintas vías. En unos casos son los propios Cabildos los que presentan la propuesta al Gobierno de Canarias. En otros casos es el mismo Gobierno de Canarias que, tras realizar unos estudios previos, ve la situación en la que se encuentra la especie y plantea un plan de recuperación. Cuando se aprueba ese plan dentro de la legislación de la comunidad autónoma, si se trata de una especie exclusiva de una isla, en este caso de Gran Canaria, es cuando nosotros actuamos para intentar que esa especie prospere o que al menos evitemos perderla, ya que la gestión está transferida a los Cabildos, y el Jardín Botánico pertenece al Cabildo de Gran Canaria. Si la especie sobre la que se actúa está presente en distintas islas, entonces tiene que haber colaboración entre los cabildos correspondientes, el Gobierno e incluso con los ayuntamientos.
–¿Con qué dificultades te has encontrado a la hora de realizar tu trabajo?
-Uno de los problemas que tenemos es que los tiempos administrativos no son los mismos que los tiempos de las especies. Cuando hay suficiente presupuesto, no tenemos plantas o las especies que hemos germinado y que tenemos en vivero, no tienen el tamaño suficiente para llevar al campo, y cuando ya tenemos las especies listas para sacar al medio natural, no tenemos los permisos o el tiempo de ejecución se ha terminado. Con lo cual, el tiempo administrativo no coincide con el tiempo real de las especies. Eso es un hándicap bastante importante para poder trabajar correctamente.
-Para terminar, ¿por qué es necesario conservar las especies endémicas de Canarias, o de la Macaronesia?
-Canarias es uno de los puntos más importantes del planeta en cuanto a diversidad, tanto animal como vegetal. La cantidad de especies y de biodiversidad que tenemos no las tiene cualquier sitio del planeta. Estas islas son uno de los pocos puntos calientes que existen en el planeta. La península, por ejemplo, no tiene tantas especies endémicas como las que tenemos nosotros en las islas. ¿Cuál es el problema? Que la industrialización, el turismo, la destrucción de los hábitats, etc., todo eso afecta a las especies, especialmente a las que son exclusivas de nuestras islas, y al final acaban convirtiéndose en especies amenazadas con poblaciones muy fragmentadas y reducidas. Estos son los primeros problemas con los que nos enfrentamos en la recuperación y la reproducción de especies. Alguien que no sepa de especies amenazadas o de la biodiversidad, puede pensar que se trata de selección natural, es decir, que algunas especies se perderán, pero llegarán otras. Es verdad que a través de la evolución se han perdido especies, pero ha sido a través de una evolución natural a lo largo de miles de años. El problema es que ahora somos nosotros los que estamos provocando esas desapariciones y en un período de tiempo muy corto; sin la presión del turismo, de la industria o de la construcción, esas especies estarían en una situación diferente a la actual.
Nosotros también hemos traído especies invasoras que aquí nunca habrían llegado sin nuestra intervención y que nunca hubieran afectado a la flora autóctona. Entre ellas están las cabras asilvestradas o los conejos, que son una gravísima amenaza para la conservación porque erosionan el suelo y se alimentan de los brotes tiernos, o no tan tiernos, de las plantas. O el rabo de gato (Cenchrus setaceus), que fue traída en un primer momento como planta ornamental y que ya se encuentra ocupando extensiones muy importantes de la isla. Esas especies invasoras evitan que las especies nativas se desarrollen, porque su capacidad de ramoneo es importante o su estrategia de reproducción es casi perfecta. Entonces, claro, las nuestras, las especies nativas no pueden competir. Ese es el problema que hay. Y como nosotros hemos causado el problema también es cuestión nuestra resolverlo.