Esteroles vegetales para cuidar el corazón

No cabe duda de que uno de los problemas de salud de nuestro tiempo son las enfermedades cardiovasculares. 120.000 personas mueren al año en España por esta causa. 3.500 de esos fallecimientos tienen lugar en Canarias, siendo la comunidad que encabeza la lista. Según Antonio Barragán, vicepresidente de la Sociedad Canaria de Cardiología, “una de cada tres muertes tiene que ver con enfermedades del corazón. Se trata de la primera causa de muerte, por encima del cáncer”.

Muchas de estas cardiopatías están relacionadas con los altos índices de colesterol que se registran en la población de las islas; “un problema que afecta al 50% de los adultos”, sentencia el doctor. “La Organización Mundial de la Salud ha dicho que un sujeto con el colesterol alto vive siete años menos”, añade. Por desgracia, se trata de un problema que va a más. “El futuro no es nada halagüeño”, lamenta el especialista.

Un remedio natural

Sin embargo, la naturaleza pone a disposición de la salud una serie de recursos cuya eficacia suele pasar inadvertida. Uno de ellos es de los esteroles vegetales, una sustancia que se puede encontrar en la fruta, la verdura o las hortalizas. Los fitoesteroles tienen una estructura similar a la del colesterol. Actúan inhibiendo la absorción intestinal de éste. Así, se impide que aumente su concentración en la sangre.

“En las guías europeas está recogido que estas sustancias reducen la absorción de colesterol hasta en un 10%”, afirma Barragán. “Se suelen incorporar a determinados alimentos como yogures, leche, margarina…”. También es posible encontrarlos en el aceite de oliva, soja, frutos secos, cereales de desayuno, calabazas, arroz integral, etc.

En muchos casos, forman parte de la base de la “pirámide alimentaria” del ser humano. El especialista recomienda incorporar a la dieta diaria “entre tres y cinco piezas de fruta y unos 200 gramos de verduras”. Se hace muy aconsejable, además, acompañar los buenos hábitos alimenticios de ejercicio físico diario: “Al menos tres veces por semana, unos 30 minutos de ejercicios aeróbicos (caminar, footing…)”.

De esta forma, los fitoesteroles se han convertido en un importante aliado para combatir un problema en aumento como es el de la hipercolesterolemia; aunque, tal y como apunta el cadiólogo, “nunca deben sustituir a la medicación”, en caso de que ésta estuviese indicada.

Las bondades de los esteroles vegetales ya eran conocidas hace 50 años, cuando al alimentar a pollos con semillas de soja se comprobó un descenso de la concentración de colesterol en su sangre. Su incorporación a la dieta del hombre como medida preventiva se ha popularizado enormemente con el paso del tiempo.

Así, por ejemplo, si la producción mundial de soja en 1965 fue de 29 mil toneladas, en 2011 fue de 261 millones. En los últimos diez años la producción total de soja y la superficie destinada a su cultivo han aumentado en torno al 48% y 37%, respectivamente. Junto al aumento imparable de la población mundial, las causas de estos incrementos están en una mayor demanda debido a su aporte de proteínas y a su importancia para la mejora de la salud.

La propia Comisión Europea ha avalado las virtudes de estas sustancias en una declaración: “Los esteroles vegetales han demostrado disminuir el colesterol en sangre. El colesterol elevado es un factor de riesgo en el desarrollo de una enfermedad coronaria”.

El colesterol, un problema moderno

¿Cuál es la edad indicada para empezar a consumir productos ricos en fitoesteroles? “El colesterol, en general, cuanto más bajo mejor. A nivel de prevención, en enfermedades como la ateroesclerosis, esto es así. Son enfermedades que no empiezan a los 45 años o a los 60. Aparecen de forma precoz”, advierte Barragán.

El impacto de la hipercolesterolemia en nuestra sociedad queda de manifiesto en las palabras del especialista: “El colesterol medio de una persona en la actualidad es de 200, pero ese no es el que tenían las personas de hace 3.000 años. En las antiguas sociedades de cazadores-recolectores era diferente. El colesterol estaba en torno a 75. Es decir, nuestro cuerpo no está pensado para un colesterol de 200. Claro, los hombres de ahora no comen lo mismo que se comía en aquel tiempo ni se hace la misma cantidad de ejercicio físico. La vida que llevamos ahora no se corresponde con nuestro cuerpo”.

 

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