“Algunas plantas canarias tienen propiedades antidiabéticas y anticancerígenas”

La unidad de Botánica del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) se encuentra en el interior del Jardín Botánico de Puerto de la Cruz. Hay que atravesar parcialmente un impresionante espacio en el que algunos de los más bellos ejemplares de la flora canaria han sido testigos de la convulsa historia del Jardín. La falta de presupuesto y de compromiso por parte de las autoridades han puesto en jaque la continuidad del recinto, en no pocas ocasiones, durante sus más de 200 años de historia. Su futuro no deja de ser incierto, a día de hoy.

Al final de un pasillo nos recibe cordialmente Arnoldo Santos, responsable del departamento de Botánica del ICIA. Su pasión por la botánica canaria se hace patente durante los primeros minutos de una charla informal en la que destaca su preocupación por la situación del Jardín Botánico, la falta de conciencia social con el medio ambiente y las malas prácticas de las administraciones públicas en esta materia.
Santos destaca que la unidad de Botánica que dirige surge de la necesidad de ordenar el rico legado de Enrique Sventenius, uno de los más ilustres naturalistas que han ejercido su labor en las islas.

El botánico, sueco de nacimiento y español de adopción, recorrió cada palmo del archipiélago, recolectando especies de plantas no conocidas y aportando a la ciencia, al menos, 100 nuevos ejemplares. “Se trata de un patrimonio importante para el conocimiento de nuestra flora. Ese herbario tiene miles de ejemplares. Aún no se ha podido actualizar, ni siquiera inventariar del todo, por falta de personal”, resalta el investigador.

Colaboraciones internacionales
La unidad de Botánica del ICIA lleva a cabo numerosas investigaciones, aunque ninguna a nivel oficial. “Solo somos dos personas, así que es complicado. Las últimas peticiones que hemos hecho al Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias nos han sido denegadas porque, a su criterio, no tienen mucha relevancia. Priorizan proyectos de grandes grupos investigadores, investigaciones de mayor impacto. Nuestras investigaciones son más básicas”, lamenta Santos.

Sin embargo, esta circunstancia no ha impedido que el botánico canario se haya implicado en proyectos con colaboraciones internacionales. Se trata de investigaciones que no suponen grandes esfuerzos económicos y sí buenos resultados. Así, aclara que se encuentran trabajando con “investigadores de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania o Suiza en estudios moleculares relacionados con la flora canaria o macaronésica”. “Por otro lado, participamos en un grupo de investigación relacionado con la remolacha.En Canarias, tenemos tres especies que son parientes de la remolacha. Una de ellas es endémica. También tenemos abierta otra línea de investigación en la parte ornamental; margaritas, tajinastes…Se trata de estudiar material de campo silvestre que pueda servir a la industria de la jardinería”, explica el investigador.

Una de las mayores amenazas que debe afrontar la flora canaria, a juicio del experto, es el de la introducción de nuevas especies, en muchos casos muy agresivas y con gran resistencia a desaparecer. “Uno de los ejemplos más patentes es la planta conocida como ‘rabo de gato’. Es un tema muy preocupante ya que esa especie tiene un nivel de ocupación muy grande, desde el mar hasta más de 1.000 metros de altitud. Ocupa el 100% del terreno y elimina la flora y fauna endémica. De hecho, está cambiando el paisaje de las islas. Los intentos por controlar el problema han sido en vano ya que son especies invasoras muy resistentes y que crecen en cualquier lado”, analiza Santos con preocupación. Una consecuencia inevitable de la globalización y del tráfico creciente de personas, según su criterio.

La flora canaria, un patrimonio único
Los retos, por tanto, que debe acometer la Botánica canaria son innumerables. Cada año aparecen decenas de nuevas especies que hay que estudiar y catalogar. Para el investigador, “se trata de uno de los grandes retos de la flora; hay que seguir investigando especies nuevas”. “Aún no sabemos todo el patrimonio que hay. Ahora mismo, puede estar creciendo una nueva planta en un espacio de cuatro metros cuadrados y no lo sabemos”.

En ese sentido, el experto resalta uno de sus mayores deseos, antes de dejar su puesto de cara a una próxima jubilación: “Me gustaría dar a conocer 20 plantas inéditas en este momento. Son especies nuevas para la ciencia pero, para ello, hay que hacer un proyecto de conservación. También hay que describirlas y publicarlas en una revista científica”.

La necesidad de estudiar y proteger la flora canaria la podemos entender si somos conscientes de su importancia, tanto a nivel cuantitativo como de calidad. Arnoldo Santos pone de manifiesto su riqueza cuando afirma que en las islas tenemos nada menos que 600 especies de plantas endémicas, algo que suele pasar desapercibido para la sociedad en general. “Hay que proteger cada planta por su valor no solo científico. Cada planta tiene un potencial de posibles aplicaciones futuras”.

Precisamente ahora que se están buscando recursos, en una etapa de profunda crisis económica, el estudio de las plantas canarias podría deparar sorpresas insospechadas. “Se sabe desde los años 40 que muchas plantas tienen aplicaciones farmacéuticas. Algunas de nuestras especies tienen propiedades anticancerígenas y antidiabéticas. No está todo estudiado”, revela. Otra cuestión es trasladar esas virtudes de nuestra flora al mercado, “ya que la industria farmacéutica es tremendamente competitiva”.

Un factor fundamental para atajar todos los problemas que presenta la botánica canaria es una buena educación medioambiental. “Aquí no valoramos lo que tenemos. Despilfarramos y machacamos el territorio sin ningún problema. Es normal ver a un señor arrancando una palmera como si nada porque le molesta”, reflexiona.

Pero sobre todo, quienes deben dar ejemplo son las instituciones públicas. Concluye queel ejemplo que dé la Administración es muy importante. Por ejemplo, no se puede andar por ahí arrojando semillas desde un helicóptero o vender proyectos de regeneración del litoral, cuando lo que se está siendo más bien es degenerar el litoral. Los propios gestores no están educados”.

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